Iglesia Española Reformada Episcopal
(Comunión Anglicana)
Hoja Diocesana Nº 667
Oficina diocesana: C/ Beneficencia,18
28004 MADRID.
Email: eclesiae@arrakis.es
Domingo 12 Agosto de 2012
Decimo después de Trinidad
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Lecturas
Bíblicas Dominicales
Profecía: Eclesiastés, 4, 1 – 4.
Epístola: 1ª Corintios 12, 1 – 12.
Evangelio:
Lucas, 19, 41 – 47.
Himnos
propuestos
Nº 162: Al trono majestuoso
Nº 177: En tu nombre reunidos.
Nº 304: Gloria al Altísimo
Nº 164: Bendice, corazón.
Lunes: 2 Co 10 / 2 R 23.35-24.20 / Hab 1
Martes: 2 Co 11 / 2 R 25 / Hab 2
Miércoles: 2 Co 12 / 1 Cr 1-2 / Hab 3
Jueves: 2 Co 13 / 1 Cr 3-4 / Sof 1.
Viernes: Jn 1.1-18 / 1 Cr 5-6 / Sof 2
Sabado: Jn 1.19-34 / 1 Cr 7-8 / Sof 3
Domingo Jn 1.35-51 / 1 Cr 9 / Hag 1-2
Profecía: Eclesiastés,
4, 1 – 4
Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo
del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele;
y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había
consolador. Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más que a los
vivientes, los que viven todavía. Y tuve por más feliz que unos y otros
al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se
hacen. He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras
despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y
aflicción de espíritu.
Epístola 1ª de Corintios
12, 1
- 12
Evangelio San Lucas, 19, 41 – 47.
Y cuando llegó
cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también
tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está
encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos
te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te
estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no
dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu
visitación. Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que
vendían y compraban en él, diciéndoles: Escrito está: Mi casa es casa de
oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Y enseñaba cada día en
el templo; pero los principales sacerdotes, los escribas y los principales del
pueblo procuraban matarle.
Reflexión del Evangelio
Jesús
también lloraba, igual que tú. Tenía sentimientos, se alegraba con las buenas
noticias de sus discípulos y se entristecía con la muerte de su amigo Lázaro.
Igual que nosotros. Por eso conoce perfectamente el corazón humano, pues Él
pasó por los mismos estados de ánimo que experimentamos nosotros.
Aquí le vemos llorar por Jerusalén, la ciudad del pueblo elegido, con quien Dios estableció su Alianza. Desde hacía siglos había escogido a Abrahán y a sus descendientes, confió a Moisés la misión de sacar al pueblo de la esclavitud, le dio un Decálogo, le guió con amor, le envió profetas y le preparó para la venida de su Hijo. ¡Cuánto esperaba Dios de ese pueblo! Sin embargo, vino Jesús a este mundo “y los suyos no le recibieron”.
La historia de Israel puede ser muy bien nuestra historia. El Señor pensó en cada uno de nosotros y nos dio la vida a través de nuestros padres. Luego nos hizo sus hijos adoptivos en el Bautismo. Y no ha cesado de derramar gracias para que seamos santos... Sin embargo, somos como la Jerusalén por la que Jesús lloró: fríos, insensibles a todos estos dones. ¿Cuántas veces meditamos en el sacrificio que hizo Jesús en la cruz por nuestros pecados (los de cada uno)?
Hoy
intentaremos no ser el motivo de las lágrimas de Jesús. Vamos a acogerle y a
poner en práctica su mandato -el de la caridad con todos-, pidiéndole que
perdone nuestras infidelidades y nos dé a conocer “su mensaje de paz”.
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