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sábado, 27 de abril de 2013

El lugar de la mujer en la Iglesia primitiva. Iglesias domésticas en los albores del cristianismo



mujerEl lugar de la mujer en la Iglesia primitiva. Iglesias domésticas en los albores del cristianismo
Janet H. Tulloch, Carolyn Osiek, Margaret Y. MacDonald
Tapa blanda: 400 páginas
Editor: Ediciones Sígueme, S. A.; Edición: 1 (11 de febrero de 2008)
Colección: Biblio. Estudios Biblicos
Idioma: Español
ISBN-10: 8430116478
ISBN-13: 978-8430116478
La cuestión de la iglesia doméstica plantea la mayoría de los interrogantes relativos a la vida de los primeros cristianos. Si las primeras comunidades cristianas se reunieron en las casas durante más de dos siglos, las mujeres debieron tener en ellas un papel relevante. El propósito de este libro es precisamente averiguar cuál fue el lugar de las mujeres en aquellas comunidades, constituyendo el primer estudio completo de sus funciones en la Iglesia primitiva.
Una mirada dinámica a las mujeres en el contexto de las antiguas familias pone de relieve la importancia de la percepción social que se tiene de ellas. Esto necesariamente influye en la configuración de la vida pública y privada de las primeras cristianas.
Las autoras de esta investigación abordan aspectos de la existencia diaria de las mujeres, incluyendo la vida de esposas, viudas, madres con niños y esclavas. Contemplan a las mujeres como patronas, líderes de las familias y maestras. De este modo emergen temas claves como la hospitalidad, el liderazgo, las prácticas en torno a la mesa y la extensión de la segregación femenina.

jueves, 18 de abril de 2013

Un ejemplo imperecedero



José Cupido posa para la cámara el martes durante el homenaje en el Banco de Alimentos de Algeciras.

El Banco de Alimentos de Algeciras homenajea a José Cupido, que a sus 97 años es el voluntario de la organización más veterano de España
José Cupido vivió en Inglaterra 38 años. Trabajó en la Marina Mercante y durante la Segunda Guerra Mundial fue uno de los encargados de distribuir los productos que llegaban de América para la castigada Europa. Desde un almacén que podría recordar en algo al que el Banco de Alimentos tiene en el polígono Cortijo Real de Algeciras. 

La asociación de ideas no es aleatoria. Ahora José Cupido es voluntario en el Banco de Alimentos y casi 70 años después de nuevo, aún, está ayudando a la gente que lo necesita. Es un modelo no sólo porque lleve toda una vida haciéndolo, sino porque lleva una larga vida haciéndolo. José tiene 97 años y es el voluntario del Banco de Alimentos más veterano de España. 

Con la historia descrita cualquiera puede sospechar que sobran los motivos para que se produjera lo que se celebró el martes. Los responsables algecireños de la entidad tributaron a José un merecido homenaje. Sencillo pero sentido y sincero. Se juntaron para organizar un almuerzo y le dieron un regalo. 

Preguntado por el acto, por su papel en el Banco, lo primero que depara José es una reflexión en la que se palpan las enseñazas de la vida. "Cuando uno es joven tiene muchos deseos y el afán de hacer cosas, pero cuando se tiene cierta edad, sólo se hace lo que se puede", cuenta. Lo que puede hacer Cupido, desde luego, es mucho. No sólo su trabajo efectivo en la entidad, sino representar un ejemplo para los que cuentan con algunas primaveras menos. "Hay una tendencia en los mayores según la cual se dice que la juventud no vale para nada y no se acuerdan de que nosotros también fuimos jóvenes y también hicimos nuestras cosas", reflexiona. "La juventud de hoy nos gobernará mañana", resume. 

José nació en San Roque y vive en Algeciras. Echa una mano en el Banco de Alimentos desde hace algo más de una década, desde aquel día que su familia le animó a colaborar con la entidad. Pocos ánimos necesitaba en realidad. "Siempre mi intención ha sido poder ayudar a los demás y lo seguiré haciendo mientras pueda", aseguró.


Fuente: Diario de Cádiz

Derroche alimentario

Comprar para tirar?

miércoles, 17 de abril de 2013

Explotación sexual en España, un ‘negocio’ de 5 millones de euros diarios

Explotación sexual en España, un ‘negocio’ de 5 millones de euros diarios


La Policía ha preparado una campaña de sensibilización contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, un delito que en nuestro país puede afectar a 12.000 víctimas potenciales y que genera 5 millones de euros al día.

"La magnitud y gravedad de esta problemática" ha llevado a la aprobación de un plan integral policial para combatir este tipo delictivo, que incluirá nuevos cauces de colaboración ciudadana y atención a las víctimas, ha informado en un comunicado la Dirección General de la Policía.

Este tipo de delito genera 32.000 millones de dólares al año y cinco millones de euros al día en España, cifras que lo convierten en uno de los negocios más rentables del mundo, sólo equiparable al de tráfico de drogas y de armas.

Este próximo miércoles la Policía presentará una campaña de sensibilización contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, un problema que sufren más de 1,8 millones de personas en el mundo.

"En la lucha contra este tipo delictivo las campañas de comunicación se convierten en una herramienta indispensable para sensibilizar a los ciudadanos y conseguir su colaboración", según la Policía.

CAMPAÑA EN LOS MEDIOS
Se ha encargado a Mabel Lozano, directora y guionista especializada en documentales con fines sociales, la grabación de dos piezas audiovisuales dirigidas a los ciudadanos y víctimas, respectivamente.

A través de estos anuncios y mediante ilustraciones se muestra el proceso que sigue el delito desde la captación de personas para su explotación sexual hasta su venta por el proxeneta o la organización criminal.

Los vídeos se han concebido especialmente para su inserción en las redes sociales de la Policía, pieza fundamental de esta campaña de sensibilización.

En el plan integral la Policía coordinará el trabajo de numerosas instituciones nacionales e internacionales, organizaciones y agentes sociales, prestando especial atención a la mujer como víctima principal de este delito.

El director general de la Policía, Ignacio Cosidó, se reunió el pasado viernes con las ONG que colaborarán en el plan integral policial: Apramp (Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención de la Mujer Prostituida), Proyecto Esperanza, Cáritas, Médicos del Mundo, OIM (Organización Internacional para las Migraciones), CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado), Fundación Cruz Blanca y ACCEM (Asociación Comisión Católica Española de Migración). Todas ellas colaborarán en la asistencia psicológica, jurídica y sanitaria, además de proporcionar alojamiento y manutención a las víctimas.
 
Fuentes: Efe
Edición Protestante digital

martes, 16 de abril de 2013

“La muerte nos iguala a todos”




…que sean juzgados en carne según los hombres, pero vivan en espíritu según Dios (1 Pedro 4, 6b)
Hace unas cuatro décadas, cuando apenas contábamos unos once o doce años, ojeábamos un día lo que nos parecía un libro de chistes que había en la biblioteca de casa, obra de un dibujante y humorista catalán bien conocido en la época, Jaume Perich, “el Perich”, como se le llamaba entonces. El título del libro era Autopista, un gran éxito en su momento —está considerado en nuestros días como un referente inigualable de aquellos tiempos, una especie de parodia deCamino de Escrivá de Balaguer—, y en una de sus páginas aparecía una viñeta en la que se veía un hermoso mausoleo ricamente construido y decorado, todo él hecho de mármol y otros materiales evidentemente muy costosos, rematado por una cruz; a cierta distancia, en cambio, se leía en un cartel el rótulo “fosa común”; y del mausoleo salía un “bocadillo” con la declaración que nos sirve de título para esta reflexión de hoy y que es un conocido adagio: La muerte nos iguala a todos.
La ironía socarrona de “el Perich” nos ha venido a la mente en estos últimos días al leer y escuchar en los medios de comunicación acerca de dos decesos muy recientes, acaecidos ambos en nuestro país el día 8 de los corrientes. El primero, el de la señora María Antonia Abad Fernández; el segundo, el del señor José Luis Sampedro Sáez. Ella, conocida en sus inicios artísticos como Sarita Montiel, la actriz española (y también de nacionalidad mexicana) que aparecía en ciertos westerns (las “películas de vaqueros” o “de indios” que decíamos en nuestra época) normalmente en papeles de piel roja o de “chicana”; más tarde, como Sara Montiel, actriz y cantante de renombre, protagonista de ciertas películas que hicieron época, como El último cupléLa dama de Beirut, en las que evidenció su talento interpretativo; y finalmente, como “la Saritísima”, figura no exenta de controversia en sus apariciones públicas, con sus partidarios a ultranza y sus detractores acérrimos, sus fieles devotos que exaltaban sus valores y justificaban sus errores, y sus enemigos que la señalaban como imagen del franquismo o incluso venteaban ciertos trapos sucios de su vida personal. Él, por su parte, escritor, humanista y economista, profesor universitario que en su día tuvo sus quebraderos de cabeza con el régimen franquista, y que en los últimos tiempos había abogado por un sistema económico más humano, más solidario, capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos; sus críticas abiertas al sistema capitalista y neoliberal imperante en nuestras latitudes le hicieron alinearse con los indignados de mayo del 2011, lo que lo convirtió en persona non grata para algunos sectores sociopolíticos españoles.
Dos figuras destacadas, sin duda alguna, cada una en su área, en su esfera. Dos figuras realmente igualadas en la muerte, al menos en el sentido más biológico y hasta metafísico, si se quiere, del término. Pero, al igual que en la viñeta de Jaume Perich, con una enorme y aplastante diferencia. Las exequias de la señora María Antonia Abad Fernández han tenido una amplia repercusión en los medios de comunicación. Además de las entrevistas a familiares y amigos del mundo del espectáculo, ampliamente difundidas, su traslado al camposanto y correspondiente inhumación han sido acompañados de grandes muchedumbres que colapsaban vías urbanas, amén de proyecciones de imágenes y canciones suyas en grandes pantallas, y toda una serie de anécdotas y mil y una historias que se han venido prodigando en los rotativos hasta el día en que redactamos estas líneas. La despedida del señor José Luis Sampedro Sáez, por su parte, si bien ha ocupado ciertas columnas en algunos diarios y unos pocos minutos en los noticiarios televisados, ha pasado más bien desapercibida para la mayoría. Tan sólo en ciertas revistas o publicaciones especializadas se ha emitido alguna reseña de su vida y su obra o se ha expresado alguna opinión sobre sus trabajos y su pensamiento. Únicamente en círculos muy restringidos se ha comentado algo acerca de su actividad y las repercusiones que ha tenido o podría tener de aquí en adelante.
No se nos malinterprete. No estamos diciendo que la señora María Antonia Abad Fernández no mereciera las muestras de cariño de quienes han sido su público fiel, sus familiares, amigos y allegados. No pretendemos que se entienda que la señora María Antonia Abad Fernández fuera “la mala” de la película (¡y nunca mejor dicho!), mientras que el señor José Luis Sampedro Sáez habría de ser forzosamente “el bueno”. Esas divisiones maniqueas (¡e infantiles!) entre “buenos” y “malos” no son de recibo en un pensamiento protestante cuando nos atenemos a las palabras de Jesús que afirman haber sólo uno verdaderamente bueno, es decir, Dios (Marcos 10, 18). Lo que pretendemos vehicular con esta reflexión es que, por desgracia, los seres humanos no igualamos a todos en la muerte, no damos a nuestros semejantes un trato equitativo, y que en ocasiones —y ello es síntoma de una carencia realmente grave— no reconocemos el valor de quienes llevan adelante ciertas labores de gran calado pero tal vez no demasiado divulgadas (a lo mejor es que no interesa que se divulguen, las cosas como son), sino que únicamente nos fijamos en aquello que parece más glamoroso, más atrayente por su apariencia. Al parecer, tal es la característica más significativa, se oye por ahí, de los pueblos incultos, a los que es fácil manejar con aquello del panem et circenses de los antiguos romanos, el “pan y circo” que decían —luego se dijo “pan y toros” en nuestras latitudes, pero hoy resulta un tanto impopular; algunos prefieren adaptarlo como “pan y fútbol”, más actual, aunque con idénticos resultados.
Desde estas líneas deseamos tan sólo manifestar nuestra admiración a la labor y trayectoria tanto de la gran artista que fue Sara Montiel como del gran pensador y humanista que hemos perdido en José Luis Sampedro. A ambos los encomendamos a las manos misericordiosas de Dios Nuestro Señor, que les proveyó de talentos y les permitió llegar a unas edades avanzadas dándoles ocasión de ejercitarlos en bien de todos.
No nos corresponde emitir sobre estas personas juicios condenatorios por sus errores o desaciertos, que sin duda los tuvieron, humanos como eran; no tenemos autoridad alguna para lanzar anatemas contra ellos en base a asuntos de vida privada o cuestiones ideológicas controvertidas. Si alguien se atreve a tanto, que lo haga y asuma la responsabilidad correspondiente. Como cristianos no podemos jugar a ser Dios. Lo único que ahora nos corresponde es expresar nuestro agradecimiento a la memoria de estas dos figuras públicas por sus trabajos y las repercusiones positivas que éstos han tenido en las vidas de los demás, que han sido muchas, sin duda alguna, aunque en áreas diferentes.
Aunque desgraciadamente no ante los hombres, la muerte sí nos iguala a todos ante los ojos de Dios. Y eso es algo realmente bueno.
  • Crédito para la imagen que ilustra el articulo pulsar quí

Autor/a: Juan María Tellería


El pastor Juan María Tellería Larrañaga es en la actualidad profesor y decano del CEIBI (Centro de Investigaciones Bíblicas),Centro Superior de Teología Protestante. LUPA PROTESTANTE

miércoles, 10 de abril de 2013

Dietrich Bonhoeffer: La gracia barata




El 9 de abril de 1945, se recuerda la muerte de Dietrich Bonhoeffer, quien en vida fue pastor y teólogo de la iglesia luterana de Alemania.
A este erudito, que se ordenó y doctoró a los 21 años, escritor de varios libros, se le conoce por su coraje y compromiso cristiano.  Cuando la Iglesia Católica guardó silencio y las iglesias cristianas protestantes se mantuvieron al margen promoviendo la “neutralidad” ante el régimen tirano y déspota que pretendía levantar Hitler, Bonhoeffer consecuente con su discurso, levantó su voz.
Tuvo la oportunidad de quedarse en los Estados Unidos en medio de los albores que pronosticaban una Guerra Mundial. No obstante, prefirió regresar a su amada tierra a cuidar del rebaño que Dios le había entregado. Estuvo a cargo de un seminario que fue clausurado por la Gestapo. Se le prohibió hablar y enseñar, pero obediente a su llamado continuó sus labores de manera clandestina.
Acusado por complicidad para matar a Hitler, Bonhoeffer fue arrestado y pasó sus dos últimos años de vida en una cárcel en Berlín esperando su sentencia final.  Allí se dedicó a producir varios de sus libros que hasta hoy conocemos.
Entre ellos sobresale: “El Costo del Discipulado”, una joya literaria cristiana. La tesis de esta obra es una exposición a la luz del Sermón del Monte en Mateo capítulo 5. Su argumento, evidenciar lo que significa profesar una fe abstracta, legalista y desencarnada del verdadero compromiso y la transformación que exige Jesús como el corazón del Reino de Dios para sus seguidores.
Una fe que no toca el alma ni la consciencia, un cristianismo sin Cristo y sin cruz, es una fe estéril, inútil y hueca porque al final no es sostenible. A esto Bonhoeffer lo llamó: “la gracia barata”.
“La gracia barata es la predicación del perdón sin requerir arrepentimiento, el bautismo sin la disciplina de la iglesia, la Comunión sin la confesión, la absolución sin la confesión personal. La gracia barata es la gracia sin discipulado, la gracia sin la cruz, la gracia sin Jesucristo, vivo y encarnado” (pág.16).
A los 73 años de que este pastor escribiera estas palabras, en un contexto de tribulación por defender su posición, es triste reconocer que en la actualidad algunos sectores caminan por este mismo sendero que pretende abaratar la fe.
La fe se vuelve barata cuando se ofrece como producto de consumo para satisfacer a las masas que buscan un mensaje acomodado a la realidad de sus deseos personales. Cuando se ofrece como espectáculo para un público que desea que se le endulcen los oídos y se le prometa estabilidad para su “Statu Quo” y cuando  se promueve la identidad de ser hijo o hija de Dios como una garantía para reclamar las promesas materiales a cambio de una módica suma o transacción monetaria que algunos llaman: “La ley de la siembra y la cosecha”, o el “pacto con Dios.”
Hace poco tiempo observaba a un tele-evangelista latinoamericano. Este enseñaba, (si es que se puede llamar enseñanza), que debíamos reclamarle a Dios por cualquier necesidad material existente y pedirle  por el “carro de nuestros sueños como un derecho adquirido por ser sus hijos”.
En sus 30 minutos de exposición, en ningún momento hizo mención a otros elementos presentes en el mensaje apostólico, tal como la justicia, la responsabilidad, la obediencia, el arrepentimiento y el seguimiento como parte integral del discipulado que Jesús vivió, encarnó y demandó.
Estos promotores de estas corrientes corren el peligro de enseñar falsas enseñanzas y por ende, reducir el mensaje a “migas espirituales”. Razón tenía Bonhoeffer al afirmar que la “gracia barata es el enemigo mortal de la iglesia”.
La pasada conferencia mundial Lausana III celebrada en la Cuidad del Cabo en Sudáfrica, se pronunció en contra de la mala interpretación bíblica y hasta la manipulación que se ha hecho para alimentar el materialismo. Uno de los expositores mencionó en su discurso titulado: “Dios promete bendecir a su pueblo”, que el evangelio de la prosperidad distorsiona la bendición en el sentido que sólo lo ubica como bendición material.
Otros comentarios en Lausana III fueron: “No podemos utilizar la opción de comprar la gracia de Dios y esto es lo que hace el evangelio de la prosperidad…”  “Dar es parte de nuestra adoración, pero el evangelio de la prosperidad hace que el dar sea una actividad transaccional”, comentó otro expositor africano y puntualizó: “A los creyentes se les enseña que cuando hacen una ofrenda a Dios pueden esperar una rentabilidad determinada. Pero Dios bendice de acuerdo con su sabiduría y no necesariamente con la riqueza material.”
Como creyentes no podemos permanecer callados ante estas falsas enseñanzas que continúan permeando a la iglesia y encarecen la fe. Pero lo más preocupante es que continúan arrastrando a miles de seguidores a beber de estas aguas turbias e ilusorias. Y aún más preocupante es que están dejando un legado a las próximas generaciones de un discipulado que en nada refleja el corazón del Reino.
Bonhoeffer no calló porque reconoció que su deber como discípulo del Señor era pronunciarse.   ¿Acaso Dios espera algo menos de cada uno de nosotros hoy en día?

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Autor/a: Alexander Cabezas


Alexander Cabezas Mora, costarricense. Es coordinador de Relaciones Eclesiásticas de Viva de América Latina. Miembro de la secretaria administrativa del Movimiento Cristiano Juntos con la Niñez. Parte del equipo coordinador del núcleo local de la Fraternidad Teológica Latinoamericana. Coordinador del programa Desarrollo Integral de la Niñez del Seminario Esepa. Bachiller en educación y posgrado en teología. Anciano de la Iglesia Comunidad Amistad Internacional y ha escrito dos libros sobre temas relacionados con la niñez.
FUENTE: LUPA PROTESTANTE

    sábado, 6 de abril de 2013

    Más de 860.000 jóvenes abandonan la búsqueda de empleo


    Más de 860.000 jóvenes abandonan la búsqueda de empleo
    Jóvenes en paro. / ABC

    Tras pasar más de un año sin encontrar trabajo, casi un millón de jóvenes deja de intentarlo, según un informe de Asempleo.
    05 DE ABRIL DE 2013, MADRID
    Según un informe de la patronal de grandes empresas de trabajo temporal (Asempleo), más de 860.000 jóvenes menores de 25 años abandonaron el mercado laboral desde que arrancó la crisis, en el tercer trimestre de 2007, hasta finales de 2012.

    En concreto, el número de activos menores de 25 años se ha reducido en 864.100 personas en este periodo, un 33,9%, descenso que contrasta con la media nacional, que arroja un crecimiento de la población activa de 619.900 personas (+2,8%) en estos años.

    Esto significa que el saldo negativo de activos registrado desde el tercer trimestre de 2007 se debe a la población joven, que no confía en sus posibilidades de encontrar empleo en el mercado laboral español.

    SIN CONFIANZA
    A cierre de 2012, un total de 930.200 jóvenes menores de 25 años que querían y podían trabajar estaban en paro, el equivalente al 55,1% de los activos.

    Casi la mitad de los jóvenes desempleados, el 45,9%, lleva más de un año en el desempleo, por lo que entran en la categoría de parados de larga duración.

    El paro juvenil se ha duplicado desde que estalló la crisis, pues al inicio de la misma los jóvenes en desempleo sumaban 458.000 parados.

    Seis de cada diez nuevos jóvenes que han engrosado las listas del paro en estos años eran varones.

    Cantabria es la comunidad que más activos menores de 25 años ha perdido en este periodo, un 51,8%, seguida de Asturias (-42,9%); Castilla y León (-42,7%) y Navarra (-42,6%). Las que menos activos han visto desaparecer han sido Extremadura (-22,9%), Canarias (-25,8%) y Baleares (-29,5%).

    DRAMA NACIONAL
    En algunas comunidades, la tasa de paro juvenil es todavía más alarmante que el resultado obtenido a nivel nacional.

    Es el caso de Canarias, donde siete de cada diez jóvenes están en paro, de Andalucía (65,1%) y de Extremadura (61,1%).

    Las que menos desempleo juvenil tienen son La Rioja (36,3%), Cantabria (41,6%), Aragón (45,9%) y País Vasco (46%).

    Mientras que la tasa de actividad del colectivo juvenil se ha reducido en diez puntos desde el estallido de la crisis, hasta el 41%, la tasa de empleo se ha reducido prácticamente en un tercio, hasta el 18,41%.

    En total, desde el tercer trimestre de 2007 se han perdido 1,33 millones de empleos juveniles y en el último año, la caída de la ocupación en el colectivo ha sido de casi 180.000 trabajadores.

    Sólo la Comunidad Valenciana ha creado empleo joven en el último año, a un ritmo del 5,9%, mientras que el resto de regiones lo ha destruido a tasas de dos dígitos, con excepción de La Rioja (-6,9%).

    Fuente: agencia EFE

    martes, 2 de abril de 2013

    Anástasis = Transformación radical



    Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez. (Hechos de los Apóstoles 17, 32)
    No, tranquilos, no nos hemos equivocado al colocar este título para nuestra reflexión de hoy. El término griego anástasis significa literalmente “acción de levantar o poner en pie”, como nos indica cualquier diccionario de este idioma. No lo hemos traducido mal. Lo que ocurre es que esta palabra es la que emplea el Nuevo Testamento para indicar la resurrección de los muertos en general y la Resurrección (con mayúscula) de Nuestro Señor Jesucristo, el gran evento pascual que todos los cristianos celebramos en estas fechas. Y entendemos que tal acontecimiento, por demás extraordinario, lejos de suponer únicamente la reanimación de un cadáver o un simple “ponerse (de nuevo) en pie”, según el significado original del vocablo, tiene unas implicaciones para la Iglesia y para el mundo que de ninguna manera deben pasar desapercibidas.
    En primer lugar, la anástasis o Resurrección de Cristo supone un gran misterio, un arcano inabordable ya en los propios relatos de los Evangelios y en el resto del Nuevo Testamento, un suceso que se resiste a cualquier tipo de análisis o cosificación realizada por mentes humanas. De hecho, no hallamos en las Escrituras narración detallada alguna ni descripción del evento en sí, lo que no ha dejado de llamar la atención de lectores concienzudos y de los estudiosos del Sagrado Texto. Los cuatro Evangelios son unánimes en declarar que cuando las mujeres llegan al sepulcro de Nuestro Señor, él ya no estaba allí. Las palabras del ángel —o de los ángeles, según las recensiones— dicen con toda claridad: No está aquí. Ha resucitado. Ni siquiera el destacamento de guardia colocado por el gobernador romano, pese a las tradiciones representativas posteriores, contempló el prodigio de la Resurrección; simplemente vieron el resplandor del ángel que hizo rodar la piedra y dejó al descubierto una tumba ya vacía. Laanástasis de Nuestro Señor siempre quedará más allá de la comprobación o de la medición humana. Siempre será un evento metahistórico sólo accesible por medio de la fe, es decir, la confianza depositada en la Palabra escrita de Dios.
    En segundo lugar, significa la victoria de la Vida (también con mayúscula) sobre la muerte, vale decir, del Dios revelado en su Hijo, en su Ungido, en tanto que creador y dador de la existencia. No es porque sí que el propio Jesús afirmara en cierto momento de su ministerio: Yo soy la resurrección y la vida, para añadir a continuación: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá(San Juan 11, 25). Todo el contenido negativo que supone la muerte en las distintas culturas y diferentes sistemas de pensamiento humanos, con su carga inherente de negación, de destrucción del ser y de anonadamiento de la persona, queda ampliamente superado por el triunfo del Señor Resucitado. Las imágenes que plasma esa iconografía naïf de siglos pretéritos, según la cual un Jesús revestido de una amplia túnica purpúrea y ostentado en su mano izquierda una cruz, pone los pies fuera de un sepulcro mientras imparte bendición con la diestra, no son sino una representación casi infantil de la gran verdad de que la muerte es ya un enemigo vencido, que sus terrores no pueden atenazar más a la humanidad, y que la realidad de la vida eterna no constituye únicamente un anhelo legendario o un deseo inalcanzable, sino que es un hecho, un logro obtenido hace ahora dos mil años por un carpintero judío crucificado en quien la Deidad se manifestó de forma plena.
    En tercer lugar, la anástasis inicia una nueva era, un mundo nuevo o un nuevoeón, como gustan de decir algunos. Pone el broche definitivo a lo que llamamos en medios cristianos Historia de la Salvación y abre de par en par las puertas a una realidad plena que hasta el momento sólo se vislumbraba por medio de aquellas representaciones plásticas que los autores del Nuevo Testamento califican de sombrasdeloporvenir. Tradicionalmente se ha definido en medios religiosos cristianos el nuevo período como laeradelaSalvación o tambiénlaDispensacióndelaGracia, máxime en ambientes evangélicos. Y sin duda que así es. La Resurrección de Cristo salva al ser humano, vale decir, le devuelve aquella dignidad perdida en los orígenes, poniendo fin al deterioro de su sistema de comunicación con Dios, en primer lugar, con el prójimo, en segundo, y lo más difícil de todo, consigo mismo. La caída, narrada en Génesis 3 con su particular y hermosísimo lenguaje, ha supuesto para nuestra especie una negación de todo aquello que nos hace ser realmente humanos, es decir, imagen y semejanza del Creador, de todo aquello que nos enaltece y nos ennoblece en tanto que criaturas predilectas de Dios. Lejos de ceñirse a una simple y demasiado terrena “impureza”, por lo general circunscrita en exclusiva al ámbito del sexo en la creencia de muchos cristianos actuales, lo que la Biblia llama pecadosupone un estado de permanente debilidad, de constante limitación, de pequeñez innata del hombre ante su propia realidad y su entorno, humano o natural, y que se manifiesta de mil modos distintos. La victoria de Cristo Jesús sobre la muerte ha de implicar, por lo tanto, un ensalzamiento de los valores humanos conforme al propósito divino inicial. La proclamación de la Resurrección del Hijo de Dios en estas festividades de Pascua carecerá, por tanto, de legitimidad bíblica si no comporta un claro mensaje de revalorización de la persona como tal, de la persona en sí, de la persona en tanto que portadora de esa impronta divina que recibe por creación y por redención.
    De ahí que, en cuarto lugar, suponga no sólo el anuncio del hecho en sí, sino una militancia activa caracterizada por una clara exigencia de renovación de las estructuras de este mundo corrupto, de estas sociedades despersonalizadoras, deshumanizadoras y alienantes en medio de las cuales vivimos y que en la imaginería bíblica de corte apocalíptico aparecen siempre representadas como bestias monstruosas y antinaturales abocadas a su propia destrucción porque, y nadie se lleve a engaño, los sistemas políticos y económicos de este mundo siempre han sido iguales; en todo momento se han evidenciado como fieras despiadadas, jamás del todo saciadas de sangre humana; nunca han existido “épocas doradas” de justicia, prosperidad y felicidad permanentes para los pueblos, ni siquiera en tiempos remotos, salvo en las mitologías o en los cuentos de hadas; la injusticia, el menosprecio de los poderosos para con los humildes, la explotación de los menos favorecidos por minorías más afortunadas, el pisoteo reiterado de la dignidad humana, han sido una constante contra la cual en su día ya alzaron la voz los profetas de Israel. De ahí que esta exigencia de cambio radical no pueda hacerse si no es con la plena conciencia de ser también hoy una voz profética, algo que es inherente a la condición de heraldos de la Resurrección de Jesús: una voz que reclama con autoridad todo aquello que Cristo nos ha otorgado con su victoria y que implica un juicio devastador por parte de Dios sobre cuanto se oponga a su designio restaurador del hombre.
    Por eso, y para concluir, la anástasis supone una renovación, una transformación radical de la Iglesia, del profeso Cuerpo de Cristo. Algo va mal si esa transformación no se produce hoy, si aún no se ha producido. Durante siglos los creyentes hemos sido distraídos de nuestro verdadero cometido, que es la proclamación al mundo del Señor Resucitado y de la Redención por él operada. Que tal mensaje no es fácil de transmitir resulta evidente en el propio Nuevo Testamento. Que puede devenir un motivo de burla ya nos lo muestra la experiencia de los propios apóstoles, como leemos en el versículo que encabeza nuestra reflexión. Pero ello no justifica una historia de la Iglesia en general, y de cada iglesia o denominación en particular, plagada de querellas intestinas, de anatemas y maldiciones, de secesiones y rupturas, de una más que patente carencia de amor y de compasión de unos para con otros, sencillamente porque no se ha comprendido bien cuál es nuestra función como creyentes o porque se ha buscado un camino más fácil, menos expuesto al vituperio de la sociedad. La Resurrección de Jesús debe ser el motivo que nos aúne en una clara misión, un compromiso patente en este mundo contra esos poderes atenazadores y destructores de la persona humana (¿y en qué medida no han constituido las propias iglesias parte integrante de esas fuerzas hostiles a Dios y a los hombres?). No nos corresponde jugar a detentadores de la verdad absoluta, sino proclamar esa Verdad que es Cristo Resucitado. No nos compete juzgar ni destruir a nadie contrario a la proclamación de este mensaje, sino anunciar el juicio que Dios ha operado en su Hijo al levantarlo de entre los muertos. No es nuestra tarea perder el tiempo intentando dilucidar arcanos ocultos que sólo Dios conoce y hacer de ellos nuestras banderas, sino transmitir lo que se nos ha dado a conocer, es decir, a Cristo y Cristo Resucitado.
    Quiéralo este mundo creer o no, ríase o no de ello, la realidad es que el Señor Jesús vive y vive para siempre.
    No podemos dejar de decirlo, con todas sus consecuencias.
    Feliz Pascua de Resurrección a todos nuestros amables lectores.

    Autor/a: Juan María Tellería


    El pastor Juan María Tellería Larrañaga es en la actualidad profesor y decano del CEIBI (Centro de Investigaciones Bíblicas),Centro Superior de Teología Protestante. / FUENTE: LUPA PROTESTANTE-

    Mensaje de pascua del Rvdmo. Carlos López Lozano, obispo de la Iglesia Española Reformada Episcopal, Comunión Anglicana.



    Iglesia Anglicana. Anglicanos

    Mensaje de Pascua del Rvdmo. Carlos López Lozano, Obispo en Madrid, de la Iglesia Española Reformada Episcopal (Comunión Anglicana)

    ¡Aleluya, Cristo ha resucitado! Verdaderamente ha resucitado.
     “Fiesta de la primavera,
    entre todas la primera,
    fiesta de Resurrección”.
    Con estas palabras comienza un antiguo himno que marcaba la fiesta de Pascua.  Celebramos sobre todo la fiesta de la salvación,  de la vida, del triunfo de Jesús sobre la muerte. ¿Qué sentido puede tener esta fiesta para el hombre del siglo XXI que vive una profunda crisis? La pasión y muerte de Cristo fue una crisis muy profunda. Afortunadamente Jesús no se quedó en la Cruz, no se quedó en la tumba. Cristo resucitó y su crisis concluyó venciendo a la muerte.
    El ejemplo de Jesús nos lleva a ver con esperanza el futuro y la salida de  las crisis por las que atravesamos. Tenemos que recordar que estamos en las manos de Dios, que es Señor de la historia, Todopoderoso, que tiene poder incluso sobre la muerte y que nos ama.
     Que esta Pascua nos recuerde el poder y el amor del Señor. Que El nos de vida nueva y esperanza en nuestras circunstancias, para poder transmitirlas también al mundo que nos rodea y que tanto las necesitan.
    + Carlos López
    + Carlos López Lozano
    Obispo en Madrid
    Iglesia Española Reformada Episcopal
    (Comunión Anglicana)


    Gabinete de Comunicación Iglesia Anglicana de España (IERE)

    “Todo puede atraer más que una iglesia, si Jesús no está en ella”


    “Todo puede atraer más que una iglesia, si Jesús no está en ella”

    Daniel Pujol explica en el libro “La Fuga” algunas de las conclusiones que aprendió de su propia experiencia de "salir" de la iglesia para encontrar a Dios.
    31 DE MARZO DE 2013, BARCELONA
    Daniel Pujol es uno de esos muchos jóvenes que nació y creció en una iglesia evangélica, pero que desapareció cuando empezó a plantearse la vida por sí mismo, en la adolescencia. Tras unos años de experiencias difíciles, se encontró de frente con el Dios que hasta entonces creía haber conocido.

    Al volver a casa, entendió que no se trataba de “ir a la iglesia”, sino de “ser iglesia”. Pujol plantea ahora en el libro “La Fuga” (Editorial Noufront, 2013) algunas de las lecciones que aprendió de la huída generalizada que observó en su generación. 

    “Dejé de asistir regularmente a la iglesia a los 17 años”, explica Pujol a Protestante Digital. “Fue un proceso amargo porque luchaba con un sentimiento de culpa tremendo”. Pero el fondo del problema era que su supuesta espiritualidad no funcionaba: “Yo creí conocer a Dios y sin embargo sólo había conocido una religión”.

    Tras hacer su propio camino y observar el de muchos otros, Pujol llega a la conclusión que lo que ha alejado tantos chavales de las iglesias en la que se criaron es la sensación de que algo no encaja. “Gran parte de los jóvenes que salen no lo hacen por falta de inquietudes sino por falta de coherencia entre aquello que oyen y aquello que ven; y entre aquello que ellos mismos creen y lo que viven”, argumenta.

    “Lo interesante es que cuando conversamos con ellos y escuchamos sus argumentos, prácticamente todos hacen referencia a su vivencia en la iglesia y no a su experiencia con Dios”.

    LA PARTE DE RESPONSABILIDAD DE LA IGLESIA
    La sensación de no estar experimentando nada relevante lleva a que muchos en sus 15, 16 o 17 años decidan hacer un cambio brusco en la dirección de sus vidas, en búsqueda de alternativas.“Cualquier cosa puede atraer más que una iglesia, si Jesús no está en ella”, cree Pujol.

    Si queremos buscar la responsabilidad de la iglesia, “esta tal vez no tenga tanto que ver con lo que se haya dicho sino más bien con lo que se ha transmitido”.

    Mirando hacia adentro, cree, es muy necesario que “todos aquellos que somos miembros de una iglesia local podamos reflexionar y cuestionar nuestras conductas, nuestros métodos, nuestras costumbres… Reflexionar para cambiar. Creo que la verdadera reflexión siempre impulsa el cambio si no sólo hablamos de un mero pensamiento”.

    “Conviene recordar que no todo el que se va está indicando que prefiere vivir sin Dios”, defiende. Es más, “no todo el que se queda en la iglesia está indicando que quiere vivir con Dios, tal vez nunca le conoció pero su rutina religiosa le produce una estabilidad en su vida cotidiana”.

    Pero Pujol no quiere tampoco afirmar que la culpa sea toda ni siempre de la iglesia. El abandono de un joven “puede tener muchas explicaciones y lecturas”.

    DESCUBRIR EL JESÚS REAL
     En su propia vida, lo que provocó el descubrimiento real de Dios fue un entorno nada eclesial. “Conocí a Jesús precisamente fuera del ámbito religioso cuando ya hacía años que no asistía a ninguna iglesia. Tuve un encuentro con él en mi habitación después de retarle pidiéndole que si existía me sacara de la situación en la que me encontraba y pudiera conocerle de verdad”.

    La confrontación con Dios mismo, el darse cuenta que todo lo escuchado desde niño era verdad, le transformó. Por eso, dice, “me gustaría que los que abandonaron la iglesia se dieran la oportunidad, no de volver a la iglesia, sino de volverse a Dios y buscarle en el sitio donde estén”.

    Porque lo increíble, cree Pujol, es que “el evangelio de Jesús no atrae a nadie a la iglesia sino que convierte en iglesia a aquél que lo recibe”.

    ¿En quién pensaba cuando decidió iniciar su nuevo proyecto de vida, tras encontrar al Dios real y personal? “Pensaba en personas. Nombres y apellidos. Familiares, amigos y conocidos que en alguna época de su vida tuvieron por costumbre asistir a una iglesia”, recuerda. “Me propuse ir uno por uno para compartir el descubrimiento que había hecho: Dios es real, y probablemente no tenía mucho que ver con los motivos que les habían llevado a abandonar la iglesia”. Ese mismo impulso es el que le ha llevado a escribir "La fuga".

    Pujol ha explicado esto en muchos sitios, tanto ante un grupo de jóvenes, como en conversaciones de tú a tú con amigos,  como en la radio . En su propia fuga, acabó llegando al extremo opuesto del entorno en el que había crecido.

    EL ERROR DE LOS JÓVENES SIN IGLESIA FIJA
    ¿Podemos decir entonces que si alguien “es iglesia” ya no debe comprometerse con “una iglesia”? Porque esta parece ser la idea en el aire entre muchos cristianos por debajo de los 25 años. Asistir aleatoriamente a varias iglesias, sin ver necesario el copromiso con ninguna de ellas.

    “Sí, hay confusión”, cree Daniel. “En parte por la gran falta de conocimiento bíblico que existe”. “En las grandes urbes es donde mejor se reconoce al joven posmoderno, intercultural y dinámico. Es en esencia un seguidor del cambio constante y del movimiento espontáneo pero por el contrario pesa sobre él su gran falta de perseverancia y compromiso con aquello que emprende o de aquello que forma parte”, observa el autor.

    Pero la riqueza está precisamente en iglesias que unen a personas jóvenes y mayores. “Las generaciones pasadas deberán aprender del carácter explosivo del joven y él tendrá que descubrir que la fidelidad a Dios y a su pueblo no sólo es cuestión de sentimiento”.

    UNA IDEA PARA LOS PASTORES
    Para acabar, ¿qué le diría Pujol a los líderes de las iglesias, si tuviera tan sólo un minuto de su tiempo? “Les diría que al joven hay que mostrarle no la importancia de la iglesia local sino la importancia de su relación con Dios”. Porque una vez esto esté claro, “Dios mismo le dará la comprensión de que la comunidad local es necesaria para el crecimiento espiritual”.

     Puede informarse más sobre “La Fuga”, de Daniel Pujol, en la  página oficial del libro en Facebook . También puede viistar la  página web de la editorial que edita el libro, Noufront . 
     
    Autores: Joel Forster
    Editado por: Protestante Digital 2013