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miércoles, 22 de agosto de 2012

El Arzobispo de Ciudad del Cabo condena las muertes en la mina Lonmin

[Oficina del Arzobispo Anglicano de Ciudad del Cabo]
Condenando el aumento de la violencia y las muertes en la mina Lonmin  , el arzobispo anglicano de Ciudad del Cabo ha pedido intervenciones con "firmeza, pero con medidos  proporcionados"  del gobierno, la policía y los sindicatos, para poner fin al sin sentido "de la pérdida de vidas. "
"Nuestras fervientes oraciones están con todos los deudos y heridos", dijo Mons. Thabo Makgoba, al tiempo que advertía que uno no podía vendar heridas, o pedir el fin del conflicto sin abordar las cuestiones sobre las que se alimenta el conflicto. Dijo que la promesa de Dios de la verdadera paz sólo puede lograrse cuando se produzca la verdadera justicia y la equidad, y que todos los sectores de la sociedad deben luchar por esto. El arzobispo pidió que el trabajo duro y positivo sirva para la  renovación del compromiso con la visión de 1994 , en vez de la complacencia o la desesperanza ante los desafíos del país.
El texto completo de la declaración del arzobispo sigue.

Al igual que  tantos sudafricanos, he estado observando con creciente alarma la escalada de violencia en la mina Lonmin Marikana de la semana pasada, y ahora estoy sorprendido y consternado por los acontecimientos de ayer que dejó  muchos más muertos y heridos. Es terrible, desgarradora, la tragedia, para las personas afectadas y para nuestra nación. Nuestras  fervientes oraciones están con todos los afligidos, el dolor y heridos.
Cualesquiera que sean los causas de las diversas disputas - ya sea entre empleados y empleadores, entre sindicatos, entre trabajadores y dirigentes sindicales, entre los mineros y la policía - lo que sobre la legalidad de las huelgas y las respuestas a ellas, esta cifra de muertos es inaceptable. Incluso una sola muerte ya es demasiado, y hay que poner fin a esta pérdida de vidas sin sentido.
Tiene que ser necesarias, pero mesurada y proporcionada, las intervenciones para poner fin a este conflicto y detener los asesinatos. Hago un llamamiento a los Ministros de Justicia y de los recursos mineros y minerales, para participar plenamente. La policía y los líderes sindicales también deben esforzarse para revertir las espirales de desconfianza y violencia. Además, todo el país debe registrar nuestra frustración total en la manipulación inaceptable de la controversia. También debemos dejar rotundamente claro que el sentido común debe prevalecer, y que la sinceridad en una negociación madura, debe ser siempre la ruta para resolver nuestras diferencias. La violencia nunca es la respuesta.
Sin embargo, no podemos rezar para que las heridas del dolor se curen, y la demanda para que termine el conflicto, sin tener en cuenta el contexto más amplio y las cuestiones subyacentes sobre los que se alimenta el conflicto. En la Biblia, el profeta Isaías registra la promesa de Dios de que "he dispuesto la Paz como su supervisor, y la justicia como su capataz: la violencia nunca más se oirá en tu tierra, destrucción ni quebrantamiento en tu territorio ..." (Isaías 60: 17-18). La devastación y destrucción final sólo se evitan cuando hay verdadera paz y justicia. En otras palabras, nuestra mayor necesidad es asegurar que la justicia verdadera  prevalezca en todos los sectores de la vida de nuestro país. Estos se caracterizan por la verdadera emancipación económica de todos, el buen gobierno, la honestidad y la verdad, el respeto mutuo, independientemente de la condición, no florecen los sistemas democráticos sin discurso constructivo. No debemos perder de vista esta visión, establecida en 1994  en nuestra Constitución. Su realización está en nuestras manos, si nos comprometemos de manera positiva, con trabajo duro, y el rechazo de la complacencia y la falta de esperanza de cara a los desafíos del país. Dios quiere lo mejor para todos sus hijos, y nos va a ayudar, si nos esforzamos por todo lo que es bueno y correcto.

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