«Entonces llegaron unos hombres que llevaban en una camilla a un paralítico. Procuraron entrar para ponerlo delante de Jesús, pero no pudieron a causa de la multitud. Así que subieron a la azotea y, separando las tejas, lo bajaron en la camilla hasta ponerlo en medio de la gente, frente a Jesús».
Lucas 5.18–19 – nvi
Lucas 5.18–19 – nvi
La necesidad es la madre de la inventiva, reza el viejo proverbio. E inventiva, por cierto, es lo que sobra en estas tierras de tantas necesidades. Las personas que viven en condiciones de pobreza, inventan mil maneras de sobrevivir con míseros ingresos; las madres, cabeza de familia, idean soluciones extraordinarias para sostener a sus hijos e hijas… y la lista continúa, y es extensa, de originalidades sobrehumanas.
En el texto de hoy nos encontramos frente a un grupo de hombres que usó su inventiva para acercar a su amigo paralítico a Jesús, fuente de la vida. Es la creatividad por solidaridad; esa que tanta falta nos hace.
La solidaridad no es un patrimonio exclusivo de los ricos (grandes donantes); es un valor humano que nos moviliza a tomar acciones en favor de alguien en particular o grupo de personas necesitadas. Y tanto pueden lograr los ricos (y deben hacerlo) como las demás personas sin importar su condición social o económica.
Las grandes trasformaciones humanas que favorecen el desarrollo de los pueblos vienen de la mano de quienes, con creatividad y decisión, actúan para beneficiar al prójimo, como aquel grupo que sube «a la azotea y, separando las tejas», cambian la historia de su amigo.
En el texto de hoy nos encontramos frente a un grupo de hombres que usó su inventiva para acercar a su amigo paralítico a Jesús, fuente de la vida. Es la creatividad por solidaridad; esa que tanta falta nos hace.
La solidaridad no es un patrimonio exclusivo de los ricos (grandes donantes); es un valor humano que nos moviliza a tomar acciones en favor de alguien en particular o grupo de personas necesitadas. Y tanto pueden lograr los ricos (y deben hacerlo) como las demás personas sin importar su condición social o económica.
Las grandes trasformaciones humanas que favorecen el desarrollo de los pueblos vienen de la mano de quienes, con creatividad y decisión, actúan para beneficiar al prójimo, como aquel grupo que sube «a la azotea y, separando las tejas», cambian la historia de su amigo.
Para seguir pensando:
«Vamos a andar, vamos a andar,
Hijos con hijos del cielo, ¡busquemos juntos la paz!
Las iglesias son sepulcros si no proclaman verdad
Si no cierran las heridas y si no enseñan a andar».
Federico Pagura
«Vamos a andar, vamos a andar,
Hijos con hijos del cielo, ¡busquemos juntos la paz!
Las iglesias son sepulcros si no proclaman verdad
Si no cierran las heridas y si no enseñan a andar».
Federico Pagura
Oración:
Cada año, alrededor de todo el mundo, mueren más de siete millones de niños y niñas menores de cinco años; eso equivale a la muerte de novecientos infantes por hora. Pidamos a Dios que nos dé creatividad para revertir en vida la historia de muerte de los niños y niñas de esa edad que viven en los países más pobres. Oremos para que renazca en todos nosotros la solidaridad.
Cada año, alrededor de todo el mundo, mueren más de siete millones de niños y niñas menores de cinco años; eso equivale a la muerte de novecientos infantes por hora. Pidamos a Dios que nos dé creatividad para revertir en vida la historia de muerte de los niños y niñas de esa edad que viven en los países más pobres. Oremos para que renazca en todos nosotros la solidaridad.
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