Día 6 – Conforme a nuestra fe
«Cuando entró en la casa, se le acercaron los ciegos, y él les preguntó: —¿Creen que puedo sanarlos? —Sí, Señor —le respondieron. Entonces les tocó los ojos y les dijo: —Se hará con ustedes conforme a su fe». Mateo 9.28–29 – NVI
Jesús reconoce la necesidad apremiante de los ciegos y sabe que tiene poder para sanarlos, pero antes del milagro entabla un diálogo con ellos acerca de su fe. La pregunta fue directa y la respuesta breve e inmediata; para ellos no había tiempo para discusiones extensas que pusieran en riesgo su posibilidad de ver. Afirmaron que creían que Jesús podía sanarlos.
Pero, ¿qué significa que Jesús actuara conforme a la fe de ellos?, ¿significa acaso que si no hubieran tenido esa fe Jesús no hubiera operado el milagro? No lo sabemos. Pero lo cierto es que algunas cosas no suceden si no creemos, si no media la fe auténtica y sincera.
La fe, cuando se vincula a la vida, a la libertad y a la esperanza, es una fuerza trasformadora que nos moviliza y nos convierte en agentes de trasformación; es una convicción vital que produce en nosotros deseos de vivir y de luchar para que la vida sea plena, para que la luz de Jesús venza la oscuridad de nuestras cegueras.
Una fe así inspira la esperanza, como ocurrió en el caso de estos ciegos. Ellos entraron a la casa donde se hallaba Jesús, se le acercaron, respondieron a su pregunta y recibieron lo que esperaban. Su fe no los paralizó (como suele suceder a veces); los impulsó a actuar e ir en búsqueda del Maestro.
¡Cuántas cosas buenas podrían suceder en este mundo si tan solo tuviéramos la fe que nos moviliza! Muchas cosas sucederían conforme a esa fe.
Pero, ¿qué significa que Jesús actuara conforme a la fe de ellos?, ¿significa acaso que si no hubieran tenido esa fe Jesús no hubiera operado el milagro? No lo sabemos. Pero lo cierto es que algunas cosas no suceden si no creemos, si no media la fe auténtica y sincera.
La fe, cuando se vincula a la vida, a la libertad y a la esperanza, es una fuerza trasformadora que nos moviliza y nos convierte en agentes de trasformación; es una convicción vital que produce en nosotros deseos de vivir y de luchar para que la vida sea plena, para que la luz de Jesús venza la oscuridad de nuestras cegueras.
Una fe así inspira la esperanza, como ocurrió en el caso de estos ciegos. Ellos entraron a la casa donde se hallaba Jesús, se le acercaron, respondieron a su pregunta y recibieron lo que esperaban. Su fe no los paralizó (como suele suceder a veces); los impulsó a actuar e ir en búsqueda del Maestro.
¡Cuántas cosas buenas podrían suceder en este mundo si tan solo tuviéramos la fe que nos moviliza! Muchas cosas sucederían conforme a esa fe.
Para seguir pensando:
«¡Ah, perdóname, Jesús, si desvarío al exponer mis deseos, mis esperanzas, que rayan en lo infinito! Perdóname… ¡y cura mi alma dándole todo lo que espera!».
Teresa de Lisieux
«¡Ah, perdóname, Jesús, si desvarío al exponer mis deseos, mis esperanzas, que rayan en lo infinito! Perdóname… ¡y cura mi alma dándole todo lo que espera!».
Teresa de Lisieux
Oración:
Por las iglesias y organismos cristianos que trabajan en programas de movilización juvenil con miras a la trasformación de nuestras sociedades.
Por las iglesias y organismos cristianos que trabajan en programas de movilización juvenil con miras a la trasformación de nuestras sociedades.
Autor: Harold Segura C.
Fuente: Lupa Protestante
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