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viernes, 22 de junio de 2012

Las viudas olvidadas


Escrito por Vicente Rocamora para La Luz Digital (Revista de la Iglesia Española Reformada Episcopal IERE, Comunión Anglicana).
 - Ninguna viuda ni huérfano afligiréis.   Éxodo 22:22
Estamos en Europa sufriendo una crisis que es más que una simple crisis económica, estamos sintiendo en nuestras carnes lo que antes éramos incapaces de sentir,  podríamos aprovechar esta circunstancia  para aprender a empatizar.
Es una crisis moral, de ausencia de justicia y de piedad.
Estamos abriendo los ojos a una realidad que nos muestra la falta de cimientos de nuestra  cultura,  cae el sistema económico y caemos todos en el vacío, en una enorme nada.
Si  no poseemos no somos nada y nos desespera.
Con la crisis está cayendo nuestro orgullo, nuestra estúpida vanidad de ciudadanos ricos en un mundo privilegiado por el crimen, por el abuso de los recursos naturales,  por la avaricia sin techo de los poderosos,  pero también de los que no siendo poderosos, hemos hecho del poseer cosas, la medida de lo que somos.
Caemos en la cuenta de que la  “calidad de vida” de los ciudadanos europeos, tenía mucho que ver con la explotación de los recursos naturales y del mantenimiento en la pobreza de los países que nos suministraban lo que necesitábamos para ser países ricos.
Hoy los europeos somos un continente castigado por la adversidad, pero esa adversidad  podemos reconvertirla en renacimiento.
Nos damos cuenta de que los políticos elegidos por el pueblo no tienen poder real, que quienes ostentan el poder son gentes en la sombra, la Banca Internacional y las grandes corporaciones multinacionales, tiene más poder que los propios gobiernos nacionales,  convirtiendo la Democracia en una fantasía, una estafa  colectiva bien orquestada y coordinada.
Observamos que quienes han creado el problema exigen a los gobiernos que les salven de sus errores, y los gobiernos acuden al rescate sin reparos. Convirtiéndose la crisis económica en una crisis de Justicia.


Los supuestos representantes del pueblo,  aplican medidas económicas que llevan el dolor y la desesperanza a las calles, alejándose de lo que debiera de ser una obligación sagrada para ellos, la de satisfacer las necesidades de sus representados.
Sin embargo, se  carga sobre la parte más débil de la sociedad el peso de la crisis, y la aflicción a la que hace referencia el pasaje del Éxodo, llega a la viuda y sus hijos, que no son otros que la parte más débil de la sociedad.
Y ya no hablamos de dinero, ni de criterios morales, sino de Justicia, y me pregunto. ¿Es posible un cristianismo que no se comprometa con la Justicia Social? ¿Es posible un cristianismo que apoye y defienda un sistema económico que somete al débil al dolor y a la indignidad?
Observamos a políticos que besan las manos de jerarquías religiosas, pero que multan a los indigentes que buscan comida en la basura.
Aflige a la viuda y afligirás a la mayor parte de la humanidad.
Dios es un Dios de Justicia:
10:17 Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho;  10:18 que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido.   (Deuteronomio)
Preocupados todos por nuestros propios asuntos, en los que lo económico prima sobre el resto de cosas, no caemos en la cuenta de que esta crisis es una exhortación a obrar con justicia, a crear un mundo nuevo en el que la justicia  predomine sobre cualquier otro criterio.
Cuidar a la viuda es un acto de Justicia.
No torcerás el derecho del extranjero ni del huérfano, ni tomaras en prenda la ropa de la viuda. (Deuteronomio 24:17)
Sin embargo,  los embargos dejan en la calle y endeudadas a las familias, y no pasa nada, la enorme boca del monstruo que hemos creado en occidente nos devora.
Primero es el sistema;  de forma impersonal,  el sistema económico tiene preferencia ante las demandas de justicia que la pobreza creciente, a viva voz está clamando.
No he contado la cantidad de veces que en la Biblia se exhorta a la protección de la viuda,  porque en aquella época era el elemento más  débil de la sociedad, y hoy por extensión,  todos los desheredados del sistema, los trabajadores, los marginados, los enfermos, etc. Todos ellos constituyen nuestras  viudas.
5:1 Acuérdate, oh Jehová, de lo que nos ha sucedido;
Mira, y ve nuestro oprobio.
5:2 Nuestra heredad ha pasado a extraños,
Nuestras casas a forasteros.
5:3 Huérfanos somos sin padre;
Nuestras madres son como viudas.
5:4 Nuestra agua bebemos por dinero;
Compramos nuestra leña por precio.
(Lamentaciones de Jeremías)
¿Realmente tiene sentido  un mundo en el que hay que pagar dinero para tener derecho a vivir y en donde la medida de todo es el dinero y no la justicia?
Nuestras viudas claman justicia ante la indignidad y la impiedad a la que los gobernantes las someten.
La religión pura y sin mácula delante del Padre es esta:
Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha del mundo (Santiago 1:27)
Si no nos duele el dolor ajeno, somos unos hipócritas;  si no alzamos la voz contra la injusticia, somos unos hipócritas.
23:23 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!  porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.
23:24 ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!
23:25 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia.  (Mateo)

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