Orar es hablar con Dios, y para hablar con Dios es necesario creer en Él, y creer que está para galardonar a los que le buscan. En otras palabras, tenemos que tener Fe en el Dios de amor.
"Sin fe es imposible agradar a Dios" (Hebreos 11:6)
Nuestra Fe es probada cuando hablamos con Dios, porque, estamos dirigiéndonos a alguien a quien nuestros ojos físicos no ven. Locura para el incrédulo, pero para el creyente, es una necesidad y un deleite. No vemos el viento con los ojos, pero sabemos que existe porque lo sentimos, ¿verdad? Lo mismo es con Dios, no lo vemos, pero, porque creemos en Él, lo sentimos.
Solo podemos establecer esa relación de amistad con Dios a través de Jesucristo, quien tomó nuestro lugar en la cruz para que pudiéramos tener paz con Dios.
("Nadie viene al Padre sino por mí." Juan 14:6) Por eso oramos al Padre en el nombre de Jesús. Y como no sabemos pedir como conviene, necesitamos la asistencia del Espíritu Santo, quien nos ayuda en nuestra debilidad intercediendo por nosotros conforme a la voluntad de Dios.
La oración del justo es el gozo de Dios, porque Él espera que le alabemos, le adoremos, le demos gracias por las bendiciones que cada día derrama sobre nuestras vidas, y también espera que le pidamos. Le agrada cuando le confiamos todos nuestros asuntos y creemos de todo corazón que Él puede suplir todas nuestras necesidades espirituales, físicas y materiales.
Cuando oramos afirmamos nuestra fe, confirmamos lo que somos en Cristo, reconocemos nuestra debilidad, dependencia y necesidad de Él y fortalecemos los lazos de amistad con nuestro amado Salvador. Los resultados de ese encuentro son una paz que sobrepasa todo entendimiento y una gratitud inmensa hacia nuestro Padre celestial por su gran e inefable amor.
"Me llevó a la casa del banquete que para mí tenía preparado, y su bandera sobre mí fue amor." (Cantares 2:4)
No menospreciemos el amor de Dios ni tengamos en poco su amistad. Tomemos hoy la decisión de restaurar nuestra vida de oración y mejorar la relación con Aquél que dio su vida por nosotros.
Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas." MARCOS 11:22-26
MARCOS 11:22-26
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