La caída de Mammón
¡Eres falso! Sí, más falso que un euro de chocolate. O sea, nos hiciste creer que éramos la leche y, al final, todo queda en humo; “na de na”, como diría el castizo. Tanto tiempo pensando que el que tiene un pisito tiene un tesoro, y va y resulta que el tesoro se queda a la mitad, y la hipoteca subiendo. Mammón, dios del dinero, cumpliste tu objetivo, una vez más; tragamos la bola y, al momento, cuando todo parecía ir viento en popa, nos dejaste plantados, con el tremendo vacío de tu ausencia, sobre todo en el bolsillo.
Oh, Mammón, eres falso, más falso que una corona del Burguer King, cuántas ilusiones creaste, con cuántas desilusiones respondiste y cuántos quedaron con la misma carita que la figura de Munch, esa del grito famoso. Luego vienen tus profetas diciendo que, por fin, encontraron la solución: con un mayor consumo se arregla todo. ¡Será posible! ¿Cómo apagar fuego con gasolina? ¿Cómo derrotar a la bestia a base de doble ración?
Falso, falso hasta la saciedad, más falso que un cheque sin fondos. Pero escucha, Mammón, como dice el refrán: “no hay mal que por bien no venga” Es cierto, caímos en la vorágine consumista, nos perdimos en nuestros más bajos instintos de codicia; estamos cosechando crisis, paro..., un país económicamente desolado, una euro-zona en barbecho social. Sin embargo, ¿quién sabe?, quizás sin quererlo estés consiguiendo que nos paremos a reflexionar. Sí, reflexionar sobre la verdad y la mentira, el grano y la paja, la roca y la arena...¡mira!, precisamente sobre esto último es de lo que, con tu venia, quisiera hablar.
¿Sabes, Mammón?, no te lo vas a creer, pero esta situación en la que nos has metido nos puede venir muy bien para una introspección radical, muy, muy radical, tan radical como para plantearnos sobre qué estamos construyendo nuestra vida, nuestro futuro y el de los nuestros. Mira, me estoy refiriendo a dónde poner la confianza, qué es lo primero en la vida, dónde obtener los planos para la auto-edificación. No, no todo vale, no todo es lo mismo; como no es lo mismo construir sobre roca que sobre arena, tal y como sugiere Jesús en el evangelio: “Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca (…) Y todo el que oye esas palabras mías y no las pone en práctica, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena;”
Tu caída te delató, Mammón, eres falso, más falso que el túnel del Carmel. Una vez más, quedaste en evidencia; confiar en ti es edificar sobre arena, insensato, temerario, fabricar humo..., una ordinariez. La roca es la Palabra, Jesús el arquitecto en quien podemos confiar. Edificar la vida sobre escuchar su palabra e imitar su ejemplo es sabio, permanente, seguro, reconfortante, feliz, apasionante...¡una pasada! Lo sé -quizás, en el fondo, todos lo sabemos-, pero no me fío, Mammón, sé que te volverás a levantar, que volverás a tratar de embelesar al personal, es tu destino, no sabes hacer otra cosa, siempre lo intentas, eres un chapucero. Pues mira, para terminar, ya que dice también Jesús aquello de que “No podéis servir a Dios y a las riquezas -y aquí habla expresamente de ti, lo sabes, ¿verdad?-” Te quisiera dejar con esta frasecita que tanto ardor de estómago te produce desde antaño, “Yo y mi casa, serviremos al Señor”; categórico, tajante, inapelable... Así que, por mí, piérdete, multiplícate por cero, hasta nunca Mammón.
Javier Ballaz.
Fuente: http://www.laluzdigital.com
Una reflexión-bronca con un sentido extraordinario de lo que significa o debe significar seguir a Cristo. Ser cristiano no es una idea, no es una filosofía, ni tan siquiera una fe (que todo lo es). Es más que todo eso, es o debe ser imitar en todo a nuestro Maestro, y comprender que Sus enseñanzas hay salvación. Magnífico Javier.
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