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miércoles, 27 de febrero de 2013

Meditaciones de Cuaresma.




Miércoles 27 Febrero MEDITACIONES DE CUARESMA 

Jesús... les contó esta parábola: “Un sembrador salió a 
sembrar. Al esparcir la semilla, una parte cayó junto al 
camino; fue pisoteada, y los pájaros se la comieron. Otra 
parte cayó sobre las piedras y, cuando brotó, las plantas 
se secaron por falta de humedad. Otra parte cayó entre espinos que, al 
crecer junto con la semilla, la ahogaron. Pero otra parte cayó en buen 
terreno; así que brotó y produjo una cosecha del ciento por uno.”
— Lucas 8:4-8

Cuando se cultivan alimentos, se debe estar dispuesto a dejar que 
las cosas se vayan de las manos. El primer año preparé el suelo con 
un año de anticipación. Cuidadosamente coloqué diez capas de 
compost, recortes de césped, hojas, tierra y periódicos rotos y dejé 
que se descompusieran durante el invierno. Al llegar la primavera, 
planté col rizada, acelga y brócoli, muchas plantas de tomate, 
dos filas de calabacines y calabazas y mucha lechuga, espinacas, 
rábanos y remolachas. Y aunque el brócoli no produjo mucho, el 
jardín fue exuberante y produjo un ciento por uno. Yo no esperaba 
tal abundancia y aprendí rápidamente que tener demasiada comida 
en las manos, es el mejor modo de hacer amigos rápidamente.
Al año siguiente planté menos filas, roté mis cultivos y todavía tuve 
demasiados alimentos para nuestra familia de dos. Hubo muchos 
“voluntarios” en nuestro jardín, con ajos y tomates apareciendo 
donde no sembramos. De nuevo, una inesperada abundancia, 
que hizo un hábito santo ayudar a alimentar a los vecinos y a los 
visitantes de la despensa de la parroquia.
Sembrar es siempre un acto de fe, pero cuando hay un buen suelo y 
receptividad al rendimiento, los resultados son siempre mayores de 
lo que podemos utilizar solos. Y, por supuesto, no debemos hacerlo. 
El rendimiento, el crecimiento y el alimento son para compartirlos.
— Jennifer Baskerville-Burrows

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