Por Natacha-Ingrid Tinteroff. Traducción y aportación, de Javier Otaola.

Como miembro comulgante de la Iglesia de Inglaterra, soy anglicana porque creo que el Anglicanismo constituye la única tradición Cristiana donde puedo vivir plenamente mi vocación bautismal y ser testigo de Cristo [2]. De hecho, he elegido unirme a la Iglesia de Inglaterra que es ahora mi casa espiritual precisamente por la “catolicidad integral” del Anglicanismo.
Mi primera experiencia del culto anglicano fue un servicio de Vísperas, un lluvioso día hace unos trece años. Mi intención ese día era conocer el estilo de la Iglesia de Inglaterra, sin un especial compromiso. Sin embargo mi vida ha cambiado para siempre desde ese día. Es muy difícil describir con palabras adecuadas lo que sentí durante el servicio religioso. Mi corazón fue atrapado por “la humildad asombrada ante los divinos misterios de la fe” y el lenguaje no es competente para “definir la última paradoja de la experiencia” [3]. Fui llevada literalmente “al borde del caos en presencia de Dios” [4].
Por primera vez en mi vida encontré a Dios durante un servicio religioso. Su presencia me rodeó y Su amor se me hizo presente llenándome de paz y provocándome una experiencia de elevación. La atmósfera extraña y emocionante del servicio me permitió orar de una manera completamente nueva para mí. Mientras que normalmente me sentía oprimida por las malas liturgias que me hacían sufrir, en esa ocasión, repentinamente experimenté una comprensión liberadora que despertó en mí ser más íntimo una nueva serenidad. Mi mente oscurecida fue deslumbrada por una luz radiante. Me sentía vinculada a una tradición en la que mi vida presente era fuertemente conectada con un antiguo pasado. Especialmente, me sentí conmovida por el poder de una música que me conducía a través de un profundo proceso espiritual admirablemente descrito por Richard Hooker: The very harmony of sounds being framed in due sort and carried from the ear to the spiritual faculties of our souls is by a native puissance and efficacy greatly available to bring to a perfect temper whatsoever is there troubled, apt as well to quicken the spirits that which is too eager, sovereign against melancholy and despair...[5].
La idea de adiaphora revela la moderación Anglicana que practica “la política de reservar las afirmaciones y convicciones fuertes para las pocas cosas que las merecen”.[14] Esta circunspección, así como su fundamento en la liturgia y en la práctica, distingue la tradición Anglicana de la Católico-Romana, esta última caracterizada por un sobredimensionado sistema doctrinal, materializado en un permanente, y constantemente creciente, acervo de documentos, la mayor parte de los cuales son de carácter jurídico-canónico.
Nacida en Francia de padres franceses, fui educada en la Iglesia Católico-Romana. Nunca ha sido un hogar espiritual para mi alma inquieta. Su posesión de la verdad, su teología basada sobre el pecado y la culpa, la falta de inteligencia en sus discursos, y una errónea concepción de la tradición siempre me parecieron opresivas, obstaculizado el fortalecimiento y la profundización de mi fe.[26]. Sobre todo, mi espíritu nunca ha sido capaz de someterse a la enseñanza acrítica y absoluta del “magisterio” que destruye “la necesidad de la que la Fe surja a partir de la evidencia racional de la Doctrina cristiana”.[27] No puedo mas que estar de acuerdo con George Stillingfleet en que decidir las cuestiones con la apelación a la infalibilidad “destruye toda evidencia racional respecto de la verdad de la religión” . [28] Como Austin Farrer ha dicho, “Si Dios puede ser comprendido, no sería Dios. Un dogmatismo pagado de sí mismo es tan fatal para la fe en Dios como el propio escepticismo; el dogmatismo pretende probar y definir, sólo para descubrir que aquello que ha probado y definido no es Dios, el Señor”. Tú no puedes atrapar la infinitud de Dios en una red de palabras del mismo modo que no puedes atrapar el mar, las glorias del día de tu muerte.[29] (1)
[1] Del traductor: You can no more catch God’s infinity in a net of words than...you can fish out the sea the glories of the dying day.]
Esto no se debe interpretar como una denigración de la importancia de buscar a Dios. En efecto, de acuerdo con la posición de Joseph Butler tal y como es explicada por A. S. McGrade “el desinteresado amor a Dios es una respuesta racional y psicológicamente apropiada a la bondad de Dios”. ¿Cómo se puede conocer la bondad de Dios?” [30]. La Razón es “la única manera que tenemos de juzgar respecto de cualquier cosa, incluso de la misma revelación” [31] “No solo el significado, sino también la moralidad y la evidencia de la revelación” [32] pueden ser evaluados. Esto es lo que Jesús dice en Marcos 12:29 que debemos amar al Señor nuestro Dios “con todo nuestro corazón, y con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con toda nuestra fuerza”, una frase comentada con bellas palabras por el Obispo Brooke Westcott: “Aquellos que son “en Cristo” están comprometidos a servir a Dios con todo su ser, con su intelecto no menos que con su corazón, su fuerza, su substancia… Para ellos todo lo que cae dentro de la observación humana es una parábola de realidades espirituales, a través de las cuales se hace posible una visión renovada de la gloria de Dios. Serán los más agudos para ver el despuntar de nuevas ideas. Para ellos no puede haber desánimo o indiferencia. Llevan ante el Señor las primicias de todas las cosas.” [33]
“No hay Iglesia que en cada una de sus partes se acomode mejor a mi conciencia, cuyos artículos, constituciones, y costumbres me parezcan tan conformes a la razón, y se ensamble mejor con mi devoción personal, según mis creencias, que la Iglesia de Inglaterra (...) En resumen, donde la Escritura guarda silencio, la Iglesia es mi texto; donde la Escritura habla, la Iglesia es mi comentario, allá donde ambas guardan silencio, no pido prestadas las reglas de mi religión ni de Roma ni de Ginebra, sino de los dictados de mi propia razón.” [34]
El entendimiento anglicano de la verdad me ha permitido llevar a cabo mi propia “búsqueda de la divinidad a través del uso de la humana razón”[35], así mi espíritu puede ser “la luminaria del Señor”[36] según la hermosa fórmula de Benjamin Whichcote. Esto es posible gracias a que aunque “Escritura, tradición, concilios y padres de la Iglesia son evidencias en cuestión de fe”, “el último juez es mi ‘razón’ ”. [37]
Mi entrada en la Iglesia de Inglaterra me ha salvado. Aunque he dejado atrás la denominada comúnmente Iglesia Católica, es ahora cuando me siento realmente católica en el sentido de que puedo experimentar el poder transformador de Dios. El Arzobispo Rowan Williams ha escrito que “Dios habla en un modo que nos invita a continuar creciendo para poder escuchar” [38] La Iglesia de Inglaterra es esa parte de la Única Iglesia en la que puedo crecer y consecuentemente escuchar a Dios. Y puedo hacerlo porque la tradición Anglicana que me ha recibido tan generosamente, no solo me permite madurar como creyente, sino que me invita a ello. Disfruto de la libertad que el Anglicanismo me da como académica, y que no puedo encontrar en ninguna otra parte. Puedo buscar la verdad sin temor. ¡El Anglicanismo es antagónico con la pereza intelectual¡ La moderación de nuestra tradición influye enormemente en mi fe más íntima. Estoy encantada de colocarme enfrente de aquellos que parecen “saber mas”, [39] no para afirmar ninguna superioridad Anglicana frente a ellos sino para mostrarme confiada en nuestra tradición que otorga a cada uno de sus miembros una considerable dignidad no sólo como seres humanos sino también y sobre todo como cristianos que piensan. Todo esto, combinado con la inclusividad Anglicana, significa que soy ahora una abierta, confiada y positiva Católica, que es capaz de ser testimonio de Cristo sin miedo ni vergüenza. Por primera vez en mi vida, siento ahora que mi corazón, mi fe y mi mente están en concordancia con la enseñanza de mi Iglesia, a la que me siento orgullosa de pertenecer. Mi búsqueda de la santidad se ve alimentada por nuestras liturgias, marcadas por "una unidad inclusiva y no una exclusiva uniformidad", [40] que me confiere una capacidad de crecimiento. Me he convertido en una anglicana por elección, una elección dictada por la razón y también por el corazón.
Creo que permaneceré en la Comunión Anglicana ya que no veo otra tradición con esa "catolicidad integral" del anglicanismo; su integridad, se expresa en la eclesiología anglicana, que define el patrimonio anglicano, aunque este punto es muy a menudo mal entendido. Esta cualidad permite a los que pertenecen a las iglesias de la Comunión Anglicana vivir plenamente su catolicidad.
La Constitución Apostólica Anglicanorum Coetibus providing for personal ordinariates for Anglicans entering into full communion with the Catholic Church menciona el “Patrimonio anglicano” sin definirlo. [41] Sin embargo, la constitución contiene una precisión que permite entender cómo el Santo Padre percibe el patrimonio Anglicano, en las circunstancias “la liturgia, las tradiciones espirituales y pastorales de la Comunión Anglicana”.[42] Esta percepción del patrimonio Anglicano revela una total falta de entendimiento de la tradición Anglicana. Descansa en la idea de que el Anglicanismo no puede fundamentarse en sí mismo y que “la fe, la práctica y el espíritu de las Iglesias de la Comunión Anglicana” son “simplemente el producto de accidentes históricos, con una legitimación circunstancial, por razones de conveniencia, de los hechos tal y como han sucedido”.[43] Esta visión niega implícitamente que el Anglicanismo “encarne una genuina verdad eclesial, una visión o un principio, con cierto grado de valor vinculante, en definitiva con algún valor que ofrecer a la Iglesia Universal”.[44] El patrimonio es comúnmente definido como cualquier cosa heredada del pasado y que caracteriza algo. Si el Anglicanismo se distingue por sus tradiciones litúrgicas, espirituales y pastorales, su propiedad principal, esa que señala su especialidad más distintiva, reside en su eclesiología, que expresa una “ortodoxia dinámica”[45].
Esta “catolicidad integral” constituye la plenitud del paradigma católico, aún incompleto en cada iglesia. John Jewel ha subrayado que la Iglesia de Inglaterra se alejó durante la Reforma, de los errores de Roma, pero no de la Iglesia Católica [53]. La necesidad de oponerse a los errores de Roma ha condicionado el perfil de esa “catolicidad integral”. Consecuentemente un catolicismo expurgado puede integrar las contribuciones de la Reforma confluyendo en el camino por el que las creencias son “definidas, legitimadas, interpretadas y mantenidas”.[54] Si la Iglesia de Inglaterra profesa “la fe únicamente revelada en las Sagradas Escrituras”, la Iglesia “está llamada a proclamar esta fe renovada en cada generación”. [55] Al Anglicanismo, como fe heredada y como patrimonio eclesial, “le corresponde un concepto de autoridad que rechaza encastillarse contra la prueba de la Historia o la libre acción de la razón. La Comunión Anglicana busca una autoridad creíble y por consiguiente preocupada por asegurarse un fundamento histórico y por tener sus credenciales al día frente a los requerimientos de la razón.”[56]. Esta forma de ser y de hacer se expresa en el clásico tríptico Anglicano de Escritura, razón y tradición. “La Escritura contiene los elementos que es necesario creer para ser Cristiano. La Razón comprende nuestra humana experiencia, como seres que piensan, sienten y actúan. La Tradición es el del pasado que vive en el presente : el medio por el que heredamos del pasado la experiencia y el conocimiento de aquellos otros que han compartido nuestra fe.”[57] Estas tres fuentes “se combinan en un modo dinámico para servir mutuamente de referencia, contrapeso y contraste, [checks and balances] no simplemente para limitarse y relativizarse entre sí sino también para generar pensamiento nuevo en diálogo con el contexto cultural e ideológico de la Iglesia.”[58]
El clásico perfil de la tradición Anglicana se puede oponer a la trilogía Católico-Romana de “sagrada tradición, sagradas Escrituras y autoridad del magisterio de la Iglesia”.[59]. Sólo el magisterio, y no la razón, aliado con la tradición y la escritura, es capaz de interpretar de manera auténtica “la Palabra de Dios en su forma escrita y forma de Tradición”.[60] Este es el motivo por el que el paradigma de catolicidad propuesto por la Iglesia Católico-Romana es incompleto, cuando “la razón , nunca divorciada de la Escritura o de la tradición apostólica, nos libera del fundamentalismo, del tradicionalismo y de la teología idiosincrática. [61]”. Esta “integralidad” del Anglicanismo permite al creyente vivir “una fe católica integrada”. En nuestro mundo agresivamente secularizado, ofrece un modelo nuevo de apertura, refrescante, con estimulantes perspectivas no sólo para los creyentes desilusionados sino para todos. Es un mensaje de esperanza para el mundo. Sin embargo esa posición suscita un número de cuestiones que es necesario atender.
Se acusa al Anglicanismo en ocasiones de falta de coherencia en cuestiones centrales de la fe. ¿Qué significa integralidad en este contexto?
En el Anglicanismo no hay un cuerpo sustantivo de materias que contenga una exposición de la doctrina en términos de confesión. La fe Anglicana es más práctica que confesional. La combinación de Roma de una “teología escolástica oficial inflexible y un magisterio inmutable” [62] es absolutamente contraria a la naturaleza intrínseca de al tradición Anglicana. Lo que los Anglicanos creen se definen en términos minimalistas y se alimenta fundamentalmente de fuentes litúrgicas. Es simplemente el principio lex credendi lex orandi. “La Fe Anglicana, que se ciñe únicamente a las Escrituras y se resumen en los credos Católicos, se desarrolla y crece bajo la guía del Espíritu Santo dentro de la vida de la Iglesia, el Cuerpo de Cristo. ”[63]. Integralidad significa que los Anglicanos nos reconocemos la plena capacidad de discernir la verdad a través de la Vía Anglicana, por cuanto la fe Anglicana es una fe en busca del entendimiento.
En relación con cuestiones de fe y orden, las iglesias de la Comunión Anglicana son a menudo acusadas de alterar unilateralmente la herencia católica común, sin la autoridad para hacerlo. ¿Catolicidad significa no decidir en materias de fe por uno mismo, sino en ecuménica asociación con las iglesias hermanas? ¿Qué pasa con el “argumento del daño ecuménico”? [64].
En cuanto al proceso de toma de decisiones en materia de fe y de orden, es siempre mejor y deseable que goce de un apoyo ecuménico consensuado. [68]. Siendo esto así en teoría, se convierte, sin embargo en un principio vacío en el contexto de una Iglesia dividida. Existe una cierta hipocresía en los convencionales discursos de nuestros socios ecuménicos en relación con las cuestiones que afecta a cambios en materia de fe y orden. Debemos encarar la realidad aunque no sea la que nos gustaría contemplar: en el presente estado de la Iglesia Universal, “no existe ningún mecanismo que nos permita a las iglesias una consulta conjunta sobre cuestiones fundamentales de fe y orden, para tomar una decisión en solitario o actuar juntas”.[69] La reunión de un concilio ecuménico podría ser una solución para algunos. Desafortunadamente ,dada la actual situación, no es siquiera posible soñar con esa eventualidad. Es necesario tener en mente la pobre experiencia del Concilio de Florencia: una experiencia conciliar deficiente sólo es un elemento de mayor alejamiento. La consecuencia es triste, pero ineluctable: en tanto que la Iglesia creyente no es una realidad, las iglesias no tiene otra elección que no sea actuar “unilateralmente”, lo que significa “ que cada iglesia particular debe actuar responsablemente, de acuerdo con su propia conciencia, y debe hacerlo a través de sus propias estructuras de convivialidad y de toma de decisiones, en cumplimiento de su misión.”[70] La Iglesia Católico-Romana, que regularmente declara que no considera que las Iglesias, incluida ella misma, estén autorizadas a cambiar la tradición , no es la última en actuar “unilateralmente”, como lo demuestra la histórica cuestión de la inserción del Filioque en el Credo, la proclamación de la infalibilidad papal, o el dogma Mariano y otros.
Hoy, el Anglicanismo parece devastado por conflictos y divisiones sobre los gays y lesbianas, o sobre las mujeres obispos. Si los medios de comunicación no se confunden, los Anglicanos están permanentemente luchando unos contra otros, mientras el Arzobispo Williams trata desesperadamente de mantener la Comunión unida para evitar un cisma. ¿Cómo puede pensar alguien en permanecer Anglicana en este contexto?
El Anglicanismo ha sido a menudo descrito como el resultado de una voluntad secular. La Iglesia de Inglaterra habría sido creada sólo para apoyar y legitimar las ambiciones de Enrique VIII, y como consecuencia la tradición Anglicana no estaría establecida sobre bases teológicas sólidas. Las iglesias de la Comunión Anglicana no estarían investidas con las características propiedades de verdaderas iglesias. Eventualmente, estas fragilidades significarían que el Anglicanismo estaría destinado a colapsar. Una perspectiva más abierta ve el Anglicanismo “como una expresión distintiva e inculturada en formas Occidentales de la misma Iglesia Católica, conformada por los movimientos conciliares y reformistas de la última Edad Media y la temprana Modernidad, en relación con la cual las implicaciones constitucionales realizadas bajo el reinado de Enrique e Isabel no fueron sino meras consecuencias.”[71]
Ser Anglicano es mucho más de lo que habitualmente se publicita en los medios de comunicación. La identidad Anglicana global no está definida por posicionarse a favor o en contra el clero homosexual y las mujeres obispo. La profundidad de nuestra tradición, y particularmente nuestra espiritualidad y liturgia, sigue nutriendo la vida de millones de Cristianos, incluyendo a aquellos que formalmente se han alejado de la Iglesia. Al mismo tiempo y aunque es una cuestión ampliamente ignorada, a pesar de la supuesta situación desesperada de la Comunión Anglicana, sus Iglesias dan la bienvenida cada año a un considerable número de Cristianos que disfrutan de la vida espiritual ofrecida por la inclusividad Anglicana. La fe en la Comunión Anglicana debe ser reafirmada. Con la ayuda del Espíritu, como Jesús prometió en Juan 6:13 la verdad será desvelada y prevalecerá. Yo me llamo a mí misma Anglicana porque creo y espero.
A la postre, soy Anglicana y pretendo seguir siéndolo, por causa del amor - “El amor me dio la bienvenida”[73] – el amor a la verdad me ha traído a la Iglesia de Inglaterra. La Iglesia de Inglaterra es el lugar en el que he experimentado el amor de Dios. A través de esta experiencia, he llegado ha conocer mejor a Dios, a amarle más profundamente, y a servirle con mayor pasión. Como resultado del “trabajo redentor del amor” [74] puedo intentar llegar a ser “un Evangelio viviente que todos pueden leer”, [75] de ese modo puedo ser un testigo creíble del amor de Dios.
(2012)
Las notas pueden ustedes consultarlas en : http://www.laluzdigital.com/index.php/blogs/javier-otaola/344-por-que-soy-anglicana-y-creo-que-permanecere-siendolo
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